LA SOLIDARIDAD TAMBIEN NACE EN LA MISERIA
La desgracia de los desterrados que huyen par salvar su vida solo se aplaca con la solidaridad de quienes entienden que el desplazamiento es un problema de todos. Cuando vea a una familia pidiendo ayuda en un semáforo piense que la solución puede tenerla usted.
Marino Rivera asegura que encontró su verdadera vocación después de haberse revolcado en la miseria.
En 2004 era auxiliar administrativo de la Secretaría de Educación en Puerto Rico, Caquetá, muy cerca de la entonces zona de distensión. Pero la guerrilla llegó a su casa con una amenaza de muerte que lo hizo huir hacia Bogotá.
"De pesar 60 kilos bajé a 39. De tener un salario pasé a pedir una moneda a la salida de un almacén de cadena para ajustar para un almuerzo y cuando compraba el almuerzo ya no era capaz de comerlo. No me pasaba. No tenía quién me ayudara, así que dormía en la calle o debajo de un puente. Recordar esa situación tan degradante todavía me saca lágrimas, como ser humano yo no era nadie, no tenía nada. En ese momento me di cuenta de que había mucho por hacer", cuenta el hombre.
Después de un mes de indigencia, Marino llegó a un albergue para desplazados y allí se quedó seis meses, "hasta que un día el dueño lo cerró y yo decidí quedarme con las personas desplazadas que había en ese momento", dice Marino.
Así nació Fundación Colombia Nuevos Horizontes, un albergue con capacidad para 40 desterrados ubicado en Soacha, una localidad al sur de Bogotá, por el que ya han pasado 2.500 almas sacadas de sus fincas a punta de bala.
"Nosotros les ofrecemos a las personas desplazadas alojamiento y alimentación temporal, ropa usada en buen estado, orientación sicosocial cuando hay forma, orientación y acompañamiento para que conozcan cuáles son sus derechos como población desplazada y cómo acceder a ellos. Por esos servicios no les cobramos ni un peso, porque yo sé lo que significa la ayuda cuando uno llega a esta ciudad con las manos vacías", señala el hombre.
